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A dosis bajas, y a diferencia de las altas empleadas en el tratamiento de los tumores, actúa bloqueando el mecanismo inflamatorio y no destruyendo células

 

 

Entrevista al Dr. Albert Biete i Solà, especialista en tratamientos de radioterapia de Atrys Health, publicada en el especial ‘A tu Salud’ de La Razón, el domingo 3 de septiembre de 2023.

La radioterapia se asocia casi exclusivamente al tratamiento del cáncer, sin embargo, su uso en otras enfermedades logra buenos resultados. Aunque, hasta ahora, muy poco extendido en España, consiste en aplicar varias sesiones a dosis muy bajas, fundamentalmente en pacientes con problemas óseos inflamatorios y dolorosos en huesos.

A dosis bajas, un 90% menor que en Oncología, la radioterapia no causa molestia alguna durante su aplicación.

A dosis bajas se aplica en numerosos procesos, principalmente de carácter inflamatorio-degenerativo en la patología del aparato locomotor. Indicaciones frecuentes son las trocanteritis (que afectan al fémur), afecciones dolorosas del hombro y codo, de la planta del pie (fascitis plantar), artrosis dolorosa de la rodilla, etc. «El beneficio obtenido es doble: mejora la movilidad y disminuye el dolor», asegura Albert Biete, jefe del Servicio de Oncología Radioterápica del Hospital Clínic, de Barcelona, y especialista en tratamientos de radioterapia benigna en la compañía Atrys.

Pero, ¿cómo lo consigue? «Se administra mediante un acelerador lineal de electrones, aparatos de alta tecnología de los que disponen la gran mayoría de centros sanitarios españoles de alto nivel, tanto públicos como privados. Suelen ser tratamientos cortos, de unas seis sesiones de pocos minutos administradas a días alternos. La acción de las dosis bajas de radioterapia es compleja. A diferencia de las dosis altas empleadas en el tratamiento del cáncer, no actúa destruyendo células, sino bloqueando el mecanismo inflamatorio. Efectivamente, la disminución de la liberación de los mediadores químicos que generan la inflamación y el dolor (citoquinas), tiene como efecto la disminución del dolor y consecuentemente la mejora de la movilidad», explica el experto.

Buenos resultados

Las cifras con este tratamiento son positivas: «En los procesos inflamatorios y/o degenerativos osteoarticulares el beneficio obtenido evaluable oscila entre un 60% y 80% en función de la localización y características del paciente. En nuestra experiencia personal publicada en trocanteritis, patología bastante frecuente sobre todo en mujeres, disminuyó el dolor como mínimo en un 50% (escala EVA) en ocho de cada diez pacientes. A los cinco años mantenían la mejora la mitad de los que respondieron. En la amplia experiencia alemana del Grupo de Radioterapia de Enfermedades Benignas (Degro) los porcentajes de respuesta y beneficio en la mayoría de procesos se hallan entre el 60 y el 80%», cuenta Biete.

Una de las localizaciones más agradecidas es la llamada trocanteritis del fémur o gran síndrome trocantéreo, patología muy frecuente en personas de más de 50 años y que no responde muy bien a los tratamientos convencionales con infiltraciones o fisioterapia. «También el hombro doloroso, la inflamación del codo (epitrocleitis), la artrosis de la rodilla (puede evitar o retrasar la aplicación de prótesis), las artritis de los dedos y la fascitis plantar. Pese a los estudios que se están realizando, desconocemos porque hay más efectividad en unos procesos que en otros, tanto en mejora inmediata como en duración de la respuesta», añade Biete.

El beneficio obtenido evaluable oscila entre un 60% y 80% en función de la localización y características del paciente.

Aunque la posibilidad de que la exposición a este tratamiento pueda generar riesgo de desarrollar un tumor es muy bajo o prácticamente mínimo, hay un consenso internacional de no tratar a personas jóvenes, cuenta Biete: «La mayoría de los pacientes tiene más de 60 años. Aparte de la edad menor de 50 años, no hay contraindicaciones que impidan su aplicación. La radioterapia a dosis bajas (el 90% menor de las que aplicamos en Oncología) no produce molestia alguna durante su aplicación. La mejora del dolor y movilidad se produce entre uno y tres meses posterior a la finalización del tratamiento, que suele durar unas dos semanas».

Poca implantación

Pese a todo, su uso no está muy extendido en nuestro país si bien el interés por este tratamiento y su indicación están creciendo en España de forma significativa en estos últimos años. Una de las razones por las que su empleo estaba restringido, continúa, era la dotación limitada de aceleradores lineales: «Si no hace tantos años teníamos lista de espera para tratar enfermos con cáncer era lógico que tuvieran prioridad, hoy en día es fundamental el proporcionar información a los especialistas a los que acuden los pacientes que pueden beneficiarse de la radioterapia antiinflamatoria: traumatólogos, reumatólogos, anestesistas especialistas en tratar el dolor, internistas, etc. Creemos también que es importante que el público conozca esta opción terapéutica», asevera el experto.

El interés en España por esta indicación se concreta en la creación del (Sociedad Española de Oncología Radioterápica), que tiene como objetivo dar a conocer, implantar y desarrollar el uso de la radioterapia en procesos no oncológicos. «Su aplicación es muy diversa tanto en procesos inflamatorios, hiperproliferativos y funcionales, con un alto grado de eficacia que mejora sustancialmente la calidad de vida de los pacientes. El desconocimiento de este uso de la radiación, no solo por especialistas de otras ramas de la Medicina como por los propios especialistas de Oncología Radioterápica, hacen fundamental el funcionamiento de este grupo», reconocen desde la propia SEOR.

 

 

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